jueves, 22 de septiembre de 2022

No tienen vino.. (Jn. 2, 3)

Leemos en este pasaje que la Madre de Jesús le dice a su Hijo que los invitados a un casamiento en el que ellos se encontraban presentes se habían quedado sin vino. El vino en este tipo de celebraciones mantenía el ánimo festivo y era importante que no faltara, aunque debía ser costoso, puesto que los invitados debían hacer esfuerzos y en ocasiones largos viajes para reunirse con sus seres queridos y asistir a celebraciones, con los medios que disponían en tiempos antiguos.

Por esto, el acabarse el vino rápidamente dejaba mal parados a los novios y los exponía a las burlas de los comensales, quienes seguramente contaban con que iba a haber de sobra.

Expresado lo anterior ahora podemos enfocarnos en lo importante de este pasaje de las sagradas escrituras. Lo primero que nos llama la atención es la manera como María le manifiesta este pedido a Jesús, y podemos entender que de antemano sabía que podía sacarlos del apuro con el poder divino que residía en El, no así su proceder, pero sí vemos que la fe y la confianza eran plenas.

Señalamos que el vino era como “el alma de la fiesta” para una celebración de casamiento y sin vino se podría decir que ya no había “vida” en esta celebración.

Es de gran interés el pedido de la Madre de Jesús, pero llama más aun la atención la respuesta del maestro. Días atrás, con la pesca milagrosa, algo ya percibían los discípulos del poder divino que residía en Jesús, aunque siempre es posible que alguien intentara explicar lo acontecido mediante buena fortuna y casualidad que convergieron en el momento preciso.

Pero en esta ocasión el milagro será patente. Jesús les hace llenar de agua las tinajas de purificación, lo cual no era descabellado, pero de las mismas no sale agua sino vino. Hay mérito en la colaboración del personal que servía en aquella celebración, quienes obedecieron la voz de Jesús e hicieron aquello que les había pedido, si bien pareciera un pedido sin sentido. Por lo tanto Jesús quiso que aquellos hombres participaran para realizar el milagro.

Pero lo más importante a mi entender es la respuesta que le da a su Madre: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Como sólo Dios puede hacerlo, mediante un simbolismo de esta situación le responde como si el tiempo ya no contara. Puesto que con su sangre pagó el precio de nuestra redención y en la última cena quiso que sus discípulos actualizaran este memorial hasta su venida. Y ahora podemos ver un nuevo sentido a esta respuesta: María le está diciendo (mirando la respuesta de Jesús): no tienen vino (vida) y Jesús le contesta que aún no ha llegado su hora, la Pasión, en que los discípulos actualizarán este memorial convirtiendo el vino en la sangre de Jesús para la vida de la humanidad… Y como dirá a sus discípulos más adelante: "a odres nuevos, vino nuevo". Siempre quedamos admirados al estudiar el actuar de Dios. También se puede agregar como comentario que este fue un milagro innecesario, por así decirlo, pero Dios escucha nuestras súplicas y se compadece de nuestras debilidades.