viernes, 24 de diciembre de 2021

Piedras de tropiezo




“Scandalus” viene del latín (proveniente del griego skándalon) y son obstáculos o piedras de tropiezo que hacen caer. En el caminar cotidiano nos topamos con numerosos “escándalos”, ya sea una película de televisión blasfema o inmoral, una compañía que tiene malos hábitos o posee una mala educación, o tantas cosas que alteran nuestra imaginación o guardamos en nuestra memoria como esas palabras indecentes que luego el demonio utiliza para tentarnos.

Cierta ocasión escuché una plática sobre “aprender a filtrar” para tener una vida saludable. Así como en la cocina se pasa por el colador todo lo que no queremos en nuestra comida, así también se debe filtrar todo lo que no queremos en nuestra imaginación o en nuestra memoria auditiva. No es poca cosa esta tarea y lleva muchos años de práctica e instrucción, como cuando un profesional se afianza en su labor, así también en la vida espiritual se debe aprender y perfeccionarse, pues el buen trato con las personas y con Dios es la labor más difícil a alcanzar en esta vida.

Estas líneas surgen a raíz de un pensamiento reciente sobre un personaje reconocido que tuvo un desliz en su vida sentimental (pasional), hecho que en absoluto llama mi atención, pero recientemente recordé esto que en alguna ocasión tuve conocimiento y me pareció entender que eso fue motivo de tropiezo para aquella persona. Lo cuál me lleva a reflexionar que las puertas que uno abre al mal espíritu no se cierran solas, es necesario un acto de voluntad de nuestra parte. Puede ser normal olvidarse del asunto u ocultarlo en nuestra psiquis pero esto no sana la herida y seguirá siendo una puerta de acceso a nuestro interior, y una piedra de tropiezo para nosotros.

Por lo tanto, ¡a no tener puertas abiertas al mal y cuidar mucho lo que se ve, y a quienes queremos como compañía! Como escribió Escribá de Balaguer en alguna ocasión, “que cada uno haga lo que quiera, tú obedece a Dios”.




miércoles, 11 de agosto de 2021

RECONSTRUYE MI IGLESIA

 


En la fiesta de santa Clara de Asís, cofundadora de la orden franciscana, hoy en día, cobran nueva vida aquellas palabras que el Señor dirigió a san Francisco al inicio de su vocación, en la iglesia de San Damián, que también será la iglesia donde la santa inicie su vocación: “Reconstruye mi Iglesia”. Francisco pensaba que era aquella iglesia que se encontraba en ruinas que el Señor le pedía que reconstruya, y así lo hizo, pero luego entendió que la iglesia de san Damián era sólo el reflejo del estado mismo de la Iglesia en ese tiempo.

Estas palabras sonaron tan fuerte en el corazón y en el alma de san Francisco que el santo se olvidó de su vida pasada e incluso de sí mismo, y dedicó el resto de su vida a darle vida a la Iglesia, que por aquel entonces parecía abandonada debido a la relajación de las costumbres, y ciertamente necesitaba una renovación de ese espíritu evangélico que tuvieron los primeros apóstoles. Cuenta la tradición que el Pontífice Inocencio III vió en un sueño que el edificio de la Iglesia se desmoronaba y que llegaban dos hombres y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. El uno estaba vestido casi como un pordiosero y el otro era santo Domingo de Guzmán. Luego de esta visión el Papa aprobó la fundación de la orden Franciscana y Dominica. 

No fue una tarea sencilla la encomendada, ni para san Francisco ni para santa Clara, pero gracias al amor de Dios y con la mirada puesta en la salvación fueron superando los obstáculos que esta gran labor les empeñaba: llevar una vida evangélica, aquel junto a sus hermanos y ella junto a sus hermanas. Como se lee en la biografía de los santos, la vida feudal estaba muy arraigada en los estratos sociales de la época, lo cual generaba mucha oposición a aquello que el Señor les pedía que vivan y contagien. Al cumplir 18 años, en la Catedral de Asís, en las sermones de Cuaresma, Clara oyó en las homilías las siguientes palabras: “para tener plena libertad de seguir a Jesucristo, hay que liberarse de las riquezas y bienes materiales”, y, sin muchas vueltas, así lo hicieron ambos. La gran oposición que encontraron no fue una piedra de tropiezo para ellos, que prefirieron construir la historia sobre la roca firme que es Jesucristo y, así, con sus dudas iniciales y sus miserias, pero confiando en aquel que no defrauda, llevaron a cabo la obra del Señor.

Bendito sea Dios por los santos que iluminan el camino de la Iglesia peregrina como antorchas eternas y nos animan a ser también luz en este mundo. Que el ejemplo de estos santos y de tantos otros, nos ayuden a mantener las lámparas encendidas y a esperar contra toda esperanza.

sábado, 7 de agosto de 2021

Ubicarse en el contexto histórico

 


En mi experiencia como catequista he notado que una falta de formación recurrente en los jóvenes, y no tan jóvenes, que leen las Escrituras, es la falta de ubicación en contexto histórico.

Ubicarse en contexto implica “un trabajo previo” al simplemente comenzar a leer el libro en cuestión. Supone interiorizarse sobre la cultura y las costumbres de la época, pues el hombre no es ajeno al tiempo en que le toca vivir y su actuar se debe referenciar al mismo. Hoy día sucede algo similar si se quiere ir a vivir a una región distinta a la que uno se crió. En cuanto al lenguaje, se puede conceptualizar de otra manera y, un término de uso común para una región, puede ser ofensivo en otra cultura. También al haber distintos hábitos y costumbres, es necesario conocerlos antes de convivir en otra cultura para evitar ofender a los locales. 

En la antigüedad, sin la técnica actual, ni las normas de convivencia universalmente aceptadas, llámese derechos humanos; visto desde la actualidad, alguno podría hacerse una idea equivocada y juzgar erróneamente, leyendo textos históricos o incluso las Sagradas Escrituras, que tiene numerosos textos de índole histórica. 

También he podido observar que los enemigos de la Iglesia utilizan este recurso de la distancia histórica y cultural para intentar confundir a quienes se interesan por la Palabra de Dios.

Una ayuda para evitar caer en este error se podría encontrar en una completa introducción al libro que estamos por leer, aunque es aconsejable, si la distancia histórica es considerable, buscar profundizar sobre la cultura de la época con escritos de aquellos que estudiaron sus usos y costumbres. 

En referencia al Nuevo Testamento, se podría hacer notar a quiénes están dirigidas las palabras y exhortaciones de Jesús, así como también, los destinatarios de las epístolas de los apóstoles. El Evangelio de San Juan, por ejemplo, se centra en las enseñanzas de Jesús a sus apóstoles, mientras que los evangelios sinópticos se centran en la vida de Jesús y sus enseñanzas. La vida misma del Señor fue un modelo para los discípulos, como también sus enseñanzas tanto públicas como privadas. 

El Apocalipsis es un mensaje profético escrito en el estilo de la época (denominado “apocalíptico”) y, por lo tanto, no se puede interpretar literalmente, pues utiliza simbolismos y otros recursos para anunciar lo que sucederá en otro tiempo. Por lo tanto, ¡a no dejarse engañar, que el camino es estrecho, pero el final es holgado! 

Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas (Lc 12, 35)

 



Jesús les habla a sus discípulos y les dice: Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Por lo tanto, se puede ser seguidor del Señor y no estar preparado ó ceñido. Esta es una exhortación importante pues ciertamente Jesús siendo Dios (en su persona hay naturaleza humana y divina) conoce mejor la naturaleza del hombre que lo que el hombre se conoce a sí mismo.

En el trabajo se está preparado cuando se puede realizar la labor a la que estamos llamados. Si una persona necesita de nuestra labor como seguidor de Jesús y se va sin que hayamos podido ayudar siquiera un poco en el camino de la salvación, esa persona puede decir que no estamos preparados como discípulos del Señor. Esto remarca que hay que leer las Sagradas Escrituras y entenderlas, pero, sobre todo, llevar las palabras a obras.

También es de notar que se puede ser discípulo del Señor y no “tener la lámpara encendida”. Alguien apagado no comunica la gracia de Dios, que es vida. Es una persona egoísta. No es placentero estar cerca de alguien apagado, es una personalidad opaca, no refleja luz. Para estar en la luz es necesario orar. La oración nos pone en relación con Dios y nos permite ver las zonas oscuras. Ciertamente se puede decidir no hacer cambios y permanecer en la misma situación, pero con el tiempo esto desalentará el hacer oración y producirá desánimo. Una gran oración para “conocernos a nosotros mismos” es el rezo del Rosario. Siempre es saludable dirigir plegarias a la Madre de Dios, pues, además de ser un acto de humildad de nuestra parte al pedir la intercesión de alguien amado por el Señor para llegar a El, también es sabido que estas plegarias son escuchadas, pues son agradables al Señor, y además María es “la llena de gracia”: Ave Maria, gratia plena, sin pecado original, pues, ¡que intercesora! 

Siguiendo la recomendación de Jesús, en conclusión, no hay que dejar la lectura de la Biblia así como también ser perseverantes en la oración, que como dijo un santo: No se pierde el incienso ofrecido a Dios: las oraciones y actos de caridad son recompensados. ¡Que el Señor nos ayude a estar preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas!


Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos (Jn 15, 15)

 


¡El Señor nos brinda su amistad!, esta sola frase puede consolar cualquier corazón apesumbrado. ¿Qué católico no ha desahogado ante Dios alguna vez en su vida sus pesares? Es la gracia que hemos recibido en el bautismo que nos hace clamar a Dios como a un Padre!. Pero hay una distancia respetuosa hacia el Padre, y esta distancia se alarga en cuanto clamamos ¡a Dios! como nuestro padre. Pero no hay que desanimarse, puesto que el Señor dice a los que hacen Su voluntad: Ya no los llamo servidores (...) los llamo amigos.

La cita continúa así: yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. Jesús compartió con sus discípulos (y con su Iglesia) los misterios de la vida divina. Lo que el hombre no podía alcanzar mediante el razonamiento, fue revelado en la persona de Jesucristo. Esto ha hecho la labor de conocer a Dios mucho más fácil.

Aunque habría que reflexionar también sobre lo que implica la amistad. Un amigo no se gana de un día para el otro. La amistad implica primeramente conocimiento. No se es amigo de un extraño. Tampoco se puede considerar amigo a quién esconde u oculta cosas sobre sí mismo. Pues esto genera desconfianza y un amigo es alguien en quién confiamos. El que gana un amigo gana un tesoro, leemos en las Escrituras. Y realmente los amigos pueden salvar vidas, o, por lo menos, hacer más liviana nuestra carga cotidiana. Ciertos asuntos se los prefiere confiar a los amigos más que a los padres, ya que los consideramos más cercanos a nosotros mismos, pues se comparten con ellos y se resuelven los mismos problemas de la vida.

Dicho esto, podríamos considerar que la amistad con Jesús también debería tener una relación de cercanía. Cierta vez Jesús dijo a una santa que le hablara como si estuviese presente en la misma habitación, esto para incentivar la familiaridad. Hacemos cosas para nosotros y para nuestros seres queridos, pero también deberíamos hacer para nuestro amigo Dios, y junto con él llevar a cabo su obra. Va a haber contratiempos, es innegable, algún santo dijo que Jesús no trataba muy bien a sus amigos, luego de muchos contratiempos, pero la obra del Señor siempre llega a buen puerto, ¡y en el camino hemos ganado un amigo!. ¡Ojalá tengas una experiencia única de amistad con Jesús!



viernes, 6 de agosto de 2021

Se anonadó a sí mismo

 


Filipenses 2, 7: “se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres”

-Breve reflexión sobre la cita de la Carta a los Filipenses-

Anonadarse: palabra que proviene del latín: a- (hacia) nonada (nada). Con esto el apóstol Pablo nos dice que Cristo al venir a este mundo se hizo nada, para ser semejante a los hombres. 

Siendo Dios infinito se limitó a sí mismo (sin dejar de serlo), dejó de depender de sí mismo en la naturaleza humana que asume. Porque como está escrito: “En El somos, nos movemos y existimos”. No hay punto de referencia para hacer una comparación sobre lo que implicó la encarnación del Verbo divino, si se pusiera como ejemplo: es como si un hombre dejara de serlo para ser una pulga, también nos quedamos cortos, puesto que ambos son seres finitos y ambos participan del “ser” en la misma manera.

Al considerar entonces este misterio que es la redención del género humano, no se puede estar menos que feliz por el don que quiso hacer Dios de sí mismo: El, que siendo “todo” se hizo nada, para hacer de la nada algo. 

El suceso más importante del género humano parece a menudo pasar desapercibido. Por esto hay que aprovechar el tiempo de navidad para reflexionar sobre los misterios que se nos han revelado para nuestra salvación. Desde tiempos remotos el hombre buscó con afán conocer estos misterios sobre el ser mismo del hombre y la vida eterna, pero al tenerlos al alcance de la mano, se puede caer en la tentación de no darles la importancia que merecen. Y esto es un proceder bastante común en todas las disciplinas, que aquello que no demanda mucho esfuerzo, no es debidamente valorado.

Que el Señor nos de la gracia de vivir constantemente en su presencia hasta alcanzar aquel Reino prometido!


jueves, 5 de agosto de 2021

Más allá de la filosofía

 


(Extractos de la Encíclica FIDES ET RATIO -S.S. J.P.II, 1998-)


Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién soy? ¿de dónde vengo y a dónde voy? ¿por qué existe el mal? ¿qué hay después de esta vida?

Son preguntas que tienen su origen común en la necesidad de sentido que desde siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia.

La Iglesia ha recibido como don la verdad última sobre la vida del hombre. Lo que la obliga a responsabilizarse del anuncio de las certezas adquiridas, incluso desde la conciencia de que toda verdad alcanzada es sólo una etapa hacia aquella verdad total que se manifestará en la revelación última de Dios: « Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido » (1 Co 13, 12).

La filosofía nació y se desarrolló desde el momento en que el hombre empezó a interrogarse sobre el por qué de las cosas y su finalidad.

El asombro suscitado en el hombre por la contemplación de la creación. De aquí arranca el camino.

Principios de no contradicción, de finalidad, de causalidad: Existe un conjunto de conocimientos en los cuales es posible reconocer una especie de patrimonio espiritual de la humanidad.

La Iglesia considera a la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe. Deseo yo también dirigir la mirada hacia esta peculiar actividad de la razón. Me impulsa a ello el hecho de que, sobre todo en nuestro tiempo, la búsqueda de la verdad última parece a menudo oscurecida. La razón misma, movida a indagar de forma unilateral sobre el hombre como sujeto, parece haber olvidado que éste está también llamado a orientarse hacia una verdad que lo transciende. En lugar de expresar mejor la tendencia hacia la verdad, la razón se ha doblegado sobre sí misma haciéndose, día tras día, incapaz de levantar la mirada hacia lo alto para atreverse a alcanzar la verdad del ser. Recientemente han adquirido cierto relieve diversas doctrinas que tienden a infravalorar incluso las verdades que el hombre estaba seguro de haber alcanzado. En esta perspectiva, todo se reduce a opinión. No se puede negar, en efecto, que este período de rápidos y complejos cambios expone especialmente a las nuevas generaciones, a las cuales pertenece y de las cuales depende el futuro, a la sensación de que se ven privadas de auténticos puntos de referencia.

El conocimiento que la Iglesia propone al hombre no proviene de su propia especulación. Un misterio oculto en los siglos (cf. 1 Co 2, 7; Rm 16, 25-26), pero ahora revelado: « Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9): por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina ». Ésta es una iniciativa totalmente gratuita, que viene de Dios para alcanzar a la humanidad y salvarla. La fe, que se funda en el testimonio de Dios y cuenta con la ayuda sobrenatural de la gracia, pertenece efectivamente a un orden diverso del conocimiento filosófico. La filosofía y las ciencias tienen su puesto en el orden de la razón natural, mientras que la fe, iluminada y guiada por el Espíritu, reconoce en el mensaje de la salvación la « plenitud de gracia y de verdad » (cf. Jn 1, 14) que Dios ha querido revelar en la historia y de modo definitivo por medio de su Hijo Jesucristo (cf. 1 Jn 5, 9: Jn 5, 31-32).


martes, 3 de agosto de 2021

Reflexiones Anónimas


 

Reflexión 1.
¿Cuál es el sentido de la vida?

Esta es una pregunta que se puede responder de maneras distintas según la etapa de la vida en que uno se encuentra.

Siendo joven uno puede considerarse afortunado si hay éxito en los estudios y tiene amistades.

En la adolescencia, se busca más la compañía, y se considera más afortunado al que consigue la mejor pareja. También es exitoso el que logra un buen trabajo.

En la adultez, es afortunado el que puede proporcionar un buen pasar a su familia. Mantener unida y en concordia a la familia también es un gran éxito personal.

Pero en este momento de la vida surge nuevamente este interrogante con una connotación más profunda: ¿Cuál es el sentido de la vida? Y se piensa más metafísicamente la respuesta. Haber logrado el éxito en los pasos anteriores es satisfactorio pero no proporciona una felicidad duradera y, ahora, surge una especie de vacío interior en el planteo de este interrogante. Y, se quiera o no, hay que pensar en la naturaleza misma del hombre, que se escapa a lo meramente visible. Sí, podemos afirmar que hay un alma inmaterial y una tendencia hacia lo infinito. Y hasta donde sabemos, el único ser infinito es Dios, por tanto, si surge este interrogante y hay un vacío interior, hay que plantearse o repensar nuestra relación con el Creador. Lo que sigue depende de cada uno..




Reflexión 2.
La alegoría de la caverna de Sócrates

Esta obra de Sócrates llevada a la escritura por su discípulo, así como tantas otras de este autor, intenta explicar lo divino a través de formas humanas, según la prosa de su época.

Siendo filósofo y queriendo llegar al conocimiento de lo sobrenatural, conceptualizar lo invisible partiendo de lo visible, propone a sus discípulos esta alegoría que, pareciera que tuvo alguna intuición o revelación, pues sale de lo racional, como es frecuente en sus obras.

Para explicar la vida divina, en pocas palabras, Sócrates propone lo siguiente:

Hay en una caverna unos hombres que fueron encadenados en el interior de la misma desde su nacimiento, y esa es la única realidad que perciben. En cuanto al mundo exterior, sólo ven reflejarse sombras en el interior de la caverna, de manera que su percepción de aquellos que transitan pasando por la entrada de la caverna es a través de las sombras que reflejan en su interior, y esa es toda la realidad que conocen. (Los hombres encadenados vendría a ser el género humano). Sobrepasado por la curiosidad de saber más, uno de los hombres logra liberarse de las cadenas y sale al exterior de la caverna. Acostumbrado a la oscuridad, al salir, la luz del sol lo daña, pero luego se acostumbra y puede ver con claridad la realidad exterior. Anonadado con su descubrimiento, intenta explicar a los demás lo equivocados que estaban acostumbrados a la oscuridad de la caverna, y que existe una luz que permite ver todo con claridad, pero a aquellos les parece un delirio sus palabras, y no logra convencerlos para que salgan. E inmediatamente aquellos vuelven a sus pensamientos.

No se encuentran muchos textos que ayuden a entender la realidad divina, pero esta alegoría parece un gran acierto de este amante de la sabiduría, que nos ha dejado esta comparación para poder reflexionar. Pues... a reflexionar!!




Reflexión 3.
¿Y si lo hacemos bien ahora?

¿Cuántas oportunidades tenemos en la vida? No se sabe, pero no son ilimitadas. Lo que sí se sabe es que el hábito (que se obtiene por repetición de un mismo acto) determina nuestra manera de obrar, por lo tanto, se puede esperar un comportamiento predecible, de acuerdo a los hábitos que hayamos adquirido, cada vez que se presenta una oportunidad de elección de vida. Si suponemos (hasta donde se sabe) que nuestras oportunidades se terminan al final de nuestra vida, es hora de pensar si estamos bien, o, conviene aprovechar mejor el tiempo que nos queda. Y puesto que los hábitos determinan nuestra manera de actuar y obrar, habría que considerar si son convenientes para nuestra salvación. Esto lleva a pensar, ¿Qué significa salvarnos?.. Este es el punto en que dejamos de ser el centro de nosotros mismos y nos ponemos en relación a Dios. Como dicen las sagradas escrituras: “El es el principio y el fin”, el “alfa y el omega”, de El venimos y hacia El vamos. Todo lo que hicimos hasta ese punto entra en perspectiva. Entonces hay que preguntarse: ¿cuál es el punto de comparación?

En este escenario podemos estar complicados, puesto que el obrar se mira en la luz divina, bajo la mirada amorosa pero también justa de Dios Padre. En mi opinión, no quisiera esperar menos, puesto que vemos a nuestro creador, pero, ¿estamos preparados para el gran evento de nuestra vida que llega después de nuestro obrar en esta vida..?




Reflexión 4.
Encuentro de civilizaciones

Este es un tema no debatido y por lo tanto genera interrogantes. Este planteo es una perspectiva de tantas.

Por fe y también por razonamiento (véase Aristóteles-Platón y también teólogos cristianos) sabemos que Dios hizo todo lo visible. Ahora bien, lo visible incluye una variedad infinita de vida animal (racional y no racional), vegetal, bacterias, seres unicelulares, etc. y sabemos que el planeta Tierra no es el único planeta habitable y que son incontables la cantidad de galaxias, con millares de planetas habitables cada una de ellas.

Cuando el hombre no había desarrollado la capacidad de observación del espacio profundo creía que la Tierra era el centro de la galaxia. Luego descubrió que se encuentra en una posición, se podría decir marginal, de la Vía Láctea. Este puede ser tiempo de plantearnos la posibilidad de que hay otros seres racionales con capacidad de llegar a este planeta.

Hay muchas personas que afirman haber visto objetos voladores con capacidades que el hombre no pudo alcanzar aún (el mismo que escribe tuvo la experiencia de divisar un ovni que permanecía inmóvil y mientras lo observaba se alejó de un instante a otro a una velocidad inconmensurable). Se puede afirmar entonces que podemos tener visitas extraterrestres. Así mismo que este tiempo podría no ser el primer momento de la historia en que hayamos tenido visitas desde otros planetas, ya que muchos grabados antiguos y jeroglíficos reflejan objetos y figuras no humanas.

Leyendo las Escrituras podemos saber que en algún momento de la historia la Tierra estuvo habitada por una raza de gigantes, y hallazgos y publicaciones recientes lo confirman. Desconozco otros escritos históricos, pero que haya vida racional fuera de nuestro planta no cambia en nada la fe católica. Quizá hayamos alcanzado un nivel de desarrollo como especie en la que Dios permite y abre la posibilidad de contactarnos con individuos de otras especies, que en cuanto especie pueden ser más evolucionados y ciertamente tienen capacidades tecnológicas superiores, puesto que el sólo hecho de llegar hasta nuestro planeta es suficiente prueba de ello.

No tenemos experiencia previa, o, no se ha hecho pública aún, sobre las consecuencias del contacto entre distintas civilizaciones con distinto grado de evolución, pero se puede afirmar sin necesidad de debatir, que la especie menos evolucionada está en desventaja y, por lo tanto, se debería proceder con precaución, llegado el caso, y no olvidar que si Dios lo permite, también nos asistirá si vienen a visitarnos con malas intenciones.

Para finalizar, no sabemos cómo Dios decidió relacionarse con otras especies, pero a la nuestra la elevó a una gran dignidad, y, por esto, ¡alabado sea!



Reflexión 5.
El camino de la vida

Recientemente he visto una gran urbe por televisión, y puesto que desde hace tiempo me he propuesto mantenerme en el camino de la fe, interiormente me surgió el interrogante de cómo se relaciona Dios con tantas personas al mismo tiempo. Al día siguiente recordando esta gran urbe y mi anterior cuestionamiento escuché en mi interior: “Sólo uno se relaciona conmigo” (Ahora recuerdo las palabras de las Escrituras: El justo apenas se salva -1Pedro 4, 18-). Siendo aquél un pueblo de identidad católica y con numerosas iglesias, y el Señor Jesús presente en todos los sagrarios y… ¿sólo uno!?.

En mi adolescencia, llámese por gracia divina, supe que era una época de torbellinos (las pasiones sobre todo) y que había que pasarla de la mejor manera posible. Mirando hacia atrás, no me puedo dar crédito de haber dado lo mejor de mí mismo. Un acontecimiento por allí, algún contratiempo por daño físico por allá, un problema en la columna que cada tanto molestaba, también el no tener el aspecto físico que hubiera preferido, ayudaron a mantenerme a raya en aquellos años “feroces”.

Como suele ocurrir en la vida, sólo al final se puede con claridad hacia el principio, y volviendo a aquellas palabras que escuché en mi interior: Sólo uno se relaciona conmigo, me pregunto: ¿qué estamos haciendo mal?. Los mayores que ya pasaron por el torbellino de la vida acaso no están ayudando a los menores con el conocimiento adquirido?, ¿será que las personas mayores pasaron por el tornado de las pasiones o fueron arrastrados por el mismo? ¿Habrá contención familiar y refugio seguro en la familia? ó, planteándolo de otra manera: ¿ habrá familia que contenga?.

Ciertamente, de una gran ciudad como es Medellín, que una sola persona tenga amistad con Dios es demasiado poco. Trataremos de dar nuestro aporte, por pequeño que sea, y revertir esta situación para tratar de evitar que el torbellino se lleve a los jóvenes de la actualidad, vaya uno a saber hacia adónde. Dios nos ayude a dar buen ejemplo.




Reflexión 6.
La necesidad de una buena formación intelectual

Al entrarse un poco en años, se puede evidenciar con más vigor, la formación intelectual en las personas, la cuál se puede comparar, a grandes rasgos, al vino que logró una correcta maduración con uno que se avinagró. Siendo joven, luego de escandalizarme varias veces con malos consejos de personas adultas, que aunque uno no tenga una visión madura de la realidad, puede discernir, con la gracia de Dios, que no ayudan en nada e incluso, por el contrario, aumentan la carga de nuestros problemas. Así decidí comenzar mi propia búsqueda de la sabiduría. Recuerdo que lo primero que encontré, de casualidad, fue el libro de la biblia denominado así mismo: “Sabiduría”. Lo leí con atención, luego el “Eclesiástico” que le seguía en orden, más tarde el libro de los Proverbios, del cuál pude rescatar proverbios que me fueron muy valiosos, como: “No te perjudiques a ti mismo por tener en cuenta a otros”, que en esa época de mi vida me han ayudado a evitar muchas complicaciones. Debo admitir que tuve que renunciar a alguna amistad, pero no es motivo de arrepentimiento visto desde ahora.

Volviendo a la maduración de la uva, en mi caso personal, comencé la universidad estudiando una carrera de ingeniería, que demandaba mucho esfuerzo, aunque me apasionaba la lógica y entender los algoritmos que regulan las leyes físicas, también me interesaba como las matemáticas explican la realidad desde la abstracción.

Este tiempo me permitió desarrollar hasta cierto punto las capacidades racionales del lado más de la lógica; hasta que hice un cambio radical en la vida, y empecé a cursar la carrera de filosofía. Debo decir que el primer año de cursada llevé el razonamiento de ingeniería, y analizaba en mis lecturas, sobre todo la estructura y dialéctica del contenido de los libros que debía leer, y al centrarme en este aspecto, era una novedad para los profesores leer mis ensayos refutando por ejemplo, la obra maestra de xxx (lo dejo así para no herir sensibilidades, la única pista que puedo dar es que enseñaba a hacer lo que se quiera -cualquier cosa- como algo bueno) por contradecirse en todos sus postulados que plantea al inicio de su obra. Después de experiencias como esta, pensé hacia mis adentros: “Empecé mal en esta carrera”. Pero continué estudiando hasta la filosofía moderna con Descartes, y hasta ahí llegó mi amor por la filosofía. En ese momento, había adquirido un pensamiento estructurado por mi paso por ingeniería y un pensamiento desestructurado por mis estudios de filosofía. Qué fácil resulta ver ambigüedades y contradicciones en lo que se lee diariamente, incluso también en los dichos de los propios representantes del país cuando se tiene las ideas organizadas con claridad. Debo admitir, a mi pesar, que en la actualidad no se tiene un nivel de educación adecuado para ser gobernante, por lo menos en mi país.

En conclusión, en relación a lo anterior y por la gran manipulación que pueden ejercer los medios de comunicación, los políticos de turno, los malos enseñantes, o todo aquel que con buenas o malas intenciones se adentre en la labor de educar a otras personas, considero que es de suma importancia el logro de una correcta formación intelectual, que permita un pensamiento independiente y que ayude a la realización del individuo como ser racional, puesto que esto tranquiliza y da alegría al alma, y quiero afirmar sin miedo a equivocarme, que esto es grato a los ojos de Dios. Por otro lado, como dijo algún santo, si no se puede adquirir mucho conocimiento, basta con amar, por lo tanto, ojalá que no falte nunca el amor a Dios en nuestras sociedades, que con su gracia puede suplir en un instante muchos años de esfuerzo. 




Reflexión 7.
El salto de fe

“Hijo, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba” (Ecl. 2, 1). Recuerdo cuando leí por primera vez estas palabras de la Sagrada Escritura, no les di la importancia que adquieren cuando llega el momento de vivirlas. Suele suceder con la mayoría de los pasajes que leemos y no comprendemos en ese momento en su plenitud, o por lo menos, no fueron vividos hasta ese momento, esto es, aplicados a nuestra vida.

Por experiencia debo decir que sólo Dios puede probar como él lo hace. Recuerdo de una persona a mí cercana haber escuchado de un sacerdote: “a Dios lo tengo ahí, porque cuanto más uno se acerca, más te exige”, ciertamente es una triste enseñanza, pero dejando de lado este mal ejemplo propio de la flaqueza humana, en algo debo coincidir con este consagrado mediocre: cuanto uno más se acerca a Dios más le exige. Creo que es una actitud que se puede encontrar en cualquier padre de familia, cuando el padre vislumbra que el hijo está progresando, más se interesa en que no se desvíe, y ciertamente, se es más propenso a cometer errores mientras se está andando que cuando se está parado. 

Volviendo al título elegido para esta reflexión, éste surgió de aquella gran película de aventuras: Indiana Jones y el cáliz de la salvación. Este fue el tercer y último paso del protagonista para llegar al cáliz, los dos previos fueron la oración ó súplica y la Palabra de Dios. Esto tiene un paralelismo con el camino de la fe que uno recorre: se empieza con la contricción y oración, luego viene el conocimiento (la Palabra de Dios) y la acción y por último, y ya no depende de uno: el salto de fe. En este estadio se evidencian las palabras de las escrituras donde el Señor propone a sus discípulos tener la capacidad de renunciar a todo por El. No me refiero a llegar a consagrarse mediante votos al Señor ó servir al prójimo brindando diferentes tipos de ayuda, lo cuál es un acto de generosidad y sacrificio, pero es el paso previo. En mi experiencia puedo afirmar que en algún momento supe que podía perder la seguridad que gozaba hasta ese momento si me proponía servir a Dios en lo mío. El que lucha por un mundo más humano, cualquiera sea su aporte, entiende a lo que me refiero, hay mucha resistencia.

Concluyo volviendo a la cita bíblica, que si se decide servir al Señor habrá que estar preparado a dar pelea, con prudencia y con respeto, pero también con sabiduría y sutileza, pues el enemigo es astuto y tiene experiencia. Esta preparación no se consigue de un día para el otro, esto lleva años de esfuerzo y preparación, y en el transcurso, el Señor debe corregirnos muchas veces, pero al final podremos estar preparados para el salto de fe, que lleva a la salvación. 




Reflexión 8.
Quiero leer..

¿Cuántas maneras hay de valorar una situación? Una posible respuesta podría ser: hay ocho mil millones de maneras.. en este planeta, y no sería una respuesta equivocada!, pues como se dice: cada uno es un mundo, y tiene una educación única, una experiencia de vida particular y es irrepetible e irremplazable. Por lo tanto, cada cual tendrá una opinión ó, dicho de otra manera, una valoración propia de cualquier situación, y esto se transmite en las obras que leemos.

En mi experiencia, un buen autor deja espacio a la interpretación y no es agresivo en sus palabras, tiene ideas claras y esto hace amena la lectura de su obra. Por otra parte, un mal autor utiliza un lenguaje hostil y es equivoco en su manera de transmitir el mansaje que pretende transmitir. Una buena lectura alegra el alma y deja una enseñanza o moraleja. Suele ser un buen hábito investigar un poco la biografía del autor, previo a leer su obra, puesto que esto nos proporciona datos sobre su personalidad y sobre su experiencia de vida. Me sucedió cierta vez que leyendo un libro de Nietzsche, el cuál contenía demasiados simbolismos y alusiones a autores clásicos sin citar, llegó un punto de la lectura que tuve que dejar de leer. Más adelante, cuando comencé a comprender a qué hacía alusión, pude juzgar correctamente las intenciones del autor, las cuáles, debo decir, me desagradaron. Por lo tanto una lectura de este tipo, no es aconsejable para quién no tiene un conocimiento previo que permita comprender lo que se está leyendo, puesto que turba el alma y no transmite un mensaje claro.

Pero debo decir que una buena lectura es un gran pasatiempo y permite recrear sanamente la imaginación, esto ayuda a salir de la rutina diaria y da la posibilidad de trasladarnos a una posible realidad, que quizá no tengamos la posibilidad de experimentar en el transcurso de nuestra propia vida. Muchas películas de cine han surgido de libros publicados. 

En este punto, pienso que alguno puede hacer una crítica de lo expresado anteriormente juzgando que es una interpretación personal y subjetiva y, ciertamente es subjetiva, en esto debo coincidir, de otro modo no estaría escribiendo estas líneas, pero con esta reflexión es mi intención el transmitir mi experiencia personal.




Reflexión 9.
Que me alcance esta vida..

Una planta de cebolla tarda en madurar no más de un año, mientras un roble no menos de 20 años, ¿seremos como la cebolla o como el roble? No es esta la pregunta a reflexionar sino ¿cuánto tiempo nos demandan los cambios necesarios para alcanzar la madurez espiritual?. A mitad de una vida promedio, aproximadamente, desarrollamos nuestra personalidad, y por experiencia, puedo afirmar que nos aferramos a lo que hemos logrado como un perro doberman puede aferrarse a un hueso, y quién se atreve a quitarle el hueso al doberman? Con nosotros pasa algo parecido, ya sea por lo que tuvimos que sufrir, o por otros motivos que desconozco, que es realmente difícil lograr que una persona adulta altere en algo su personalidad, como dice el refrán: 'para donde se incline el árbol, para ese lado caerá'.

¿Cuáles son factores que logran alterar la conducta de una persona madura?: Puede ser una enfermedad prolongada, un dolor intenso, también haber sanado heridas y logrado la reconciliación y el olvido de aquello que nos había marcado fuertemente en algún momento de la vida, u otros factores que desconozco, aunque se puede afirmar que están asociados con emociones fuertes. Cuantas veces he escuchado: ¿qué difícil es que cambie tal o cuál?, o aquél persona es un hueso duro de roer, generalmente referido a un adulto.

Es bueno que haya buenos hábitos arraigados, éstos nos ayudan a realizar las mismas tareas de manera sencilla. Pero no todo lo que arrastramos de nuestra vivencia puede ser bueno, aquellas costumbres que adquirimos de pequeños.., esa mala compañía que nos pasó sus modales descorteces.., la mala educación que pudimos haber recibido y nadie corrigió y que ahora genera problemas de convivencia, etc.

En mi experiencia personal, tuve la oportunidad de conocer el movimiento denominado Renovación Carismática, dentro de la Iglesia, que me ayudó a sanar ciertos problemas de infancia. Algunos acuden a técnicas de relajación ó también se organizan reuniones grupales donde se comparten con otras personas aquello que queremos sanar, y esto ayuda también a sacarnos un peso de encima, aunque faltaría en estos últimos casos la parte de la reconciliación con uno mismo y con Dios y quizá con otro, que es un proceso aparte.

Suele ser común en estos días que se madure como una planta de cebolla, a toda prisa, sin mucha enseñanza moral, cambiando a veces los valores tradicionales, reemplazando las tendencias naturales por teoremas filosóficos y teorías abstractas. A cuántos peligros uno se expone en los años en que se está formando su personalidad!,  si a esto sumamos enseñanzas perjudiciales o malos ejemplos (lo que es aún peor) capaces de provocar traumas, en la edad que pueden determinar la conducta de alguien por el resto de su vida de manera muy férrea, el panorama se complica aún más. Si el proceso de sanación de una sola experiencia traumática puede llevar toda una vida de tratamiento, no quiero pensar cómo se podrá corregir una mala educación desde la misma infancia!. Ciertamente el hombre es un ser social, y la sociedad y las naciones necesitan de ingenieros, educadores, militares, deportistas y tantas disciplinas que exigen una mente sana para lograr un buen desempeño, tanto profesional como de realización personal. Se podría escribir un tratado extenso sobre la correcta inserción del ser humano en la sociedad, pero ese no es asunto a tratar en esta reflexión, sino concientizar sobre las dificultades que hoy en día transitan los menores en zonas que antaño se consideraban “seguras” para su formación y aprendizaje, ya sea porque no pueden crecer con la contención de una familia como Dios manda, o porque son víctimas de adultos despiadados, que con sus teorías satánicas que carecen de todo sustento natural, logran confundir las mentes con razonamientos de adultos, e inadecuados para la edad que transitan, sin mencionar el mal ejemplo que viene junto con la mala enseñanza…

Dios nos ayude.