viernes, 24 de diciembre de 2021
Piedras de tropiezo
miércoles, 11 de agosto de 2021
RECONSTRUYE MI IGLESIA
En la fiesta de santa Clara de Asís, cofundadora de la orden franciscana, hoy en día, cobran nueva vida aquellas palabras que el Señor dirigió a san Francisco al inicio de su vocación, en la iglesia de San Damián, que también será la iglesia donde la santa inicie su vocación: “Reconstruye mi Iglesia”. Francisco pensaba que era aquella iglesia que se encontraba en ruinas que el Señor le pedía que reconstruya, y así lo hizo, pero luego entendió que la iglesia de san Damián era sólo el reflejo del estado mismo de la Iglesia en ese tiempo.
Estas palabras sonaron tan fuerte en el corazón y en el alma de san Francisco que el santo se olvidó de su vida pasada e incluso de sí mismo, y dedicó el resto de su vida a darle vida a la Iglesia, que por aquel entonces parecía abandonada debido a la relajación de las costumbres, y ciertamente necesitaba una renovación de ese espíritu evangélico que tuvieron los primeros apóstoles. Cuenta la tradición que el Pontífice Inocencio III vió en un sueño que el edificio de la Iglesia se desmoronaba y que llegaban dos hombres y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. El uno estaba vestido casi como un pordiosero y el otro era santo Domingo de Guzmán. Luego de esta visión el Papa aprobó la fundación de la orden Franciscana y Dominica.
No fue una tarea sencilla la encomendada, ni para san Francisco ni para santa Clara, pero gracias al amor de Dios y con la mirada puesta en la salvación fueron superando los obstáculos que esta gran labor les empeñaba: llevar una vida evangélica, aquel junto a sus hermanos y ella junto a sus hermanas. Como se lee en la biografía de los santos, la vida feudal estaba muy arraigada en los estratos sociales de la época, lo cual generaba mucha oposición a aquello que el Señor les pedía que vivan y contagien. Al cumplir 18 años, en la Catedral de Asís, en las sermones de Cuaresma, Clara oyó en las homilías las siguientes palabras: “para tener plena libertad de seguir a Jesucristo, hay que liberarse de las riquezas y bienes materiales”, y, sin muchas vueltas, así lo hicieron ambos. La gran oposición que encontraron no fue una piedra de tropiezo para ellos, que prefirieron construir la historia sobre la roca firme que es Jesucristo y, así, con sus dudas iniciales y sus miserias, pero confiando en aquel que no defrauda, llevaron a cabo la obra del Señor.
Bendito sea Dios por los santos que iluminan el camino de la Iglesia peregrina como antorchas eternas y nos animan a ser también luz en este mundo. Que el ejemplo de estos santos y de tantos otros, nos ayuden a mantener las lámparas encendidas y a esperar contra toda esperanza.
sábado, 7 de agosto de 2021
Ubicarse en el contexto histórico
En mi experiencia como catequista he notado que una falta de formación recurrente en los jóvenes, y no tan jóvenes, que leen las Escrituras, es la falta de ubicación en contexto histórico.
Ubicarse en contexto implica “un trabajo previo” al simplemente comenzar a leer el libro en cuestión. Supone interiorizarse sobre la cultura y las costumbres de la época, pues el hombre no es ajeno al tiempo en que le toca vivir y su actuar se debe referenciar al mismo. Hoy día sucede algo similar si se quiere ir a vivir a una región distinta a la que uno se crió. En cuanto al lenguaje, se puede conceptualizar de otra manera y, un término de uso común para una región, puede ser ofensivo en otra cultura. También al haber distintos hábitos y costumbres, es necesario conocerlos antes de convivir en otra cultura para evitar ofender a los locales.
En la antigüedad, sin la técnica actual, ni las normas de convivencia universalmente aceptadas, llámese derechos humanos; visto desde la actualidad, alguno podría hacerse una idea equivocada y juzgar erróneamente, leyendo textos históricos o incluso las Sagradas Escrituras, que tiene numerosos textos de índole histórica.
También he podido observar que los enemigos de la Iglesia utilizan este recurso de la distancia histórica y cultural para intentar confundir a quienes se interesan por la Palabra de Dios.
Una ayuda para evitar caer en este error se podría encontrar en una completa introducción al libro que estamos por leer, aunque es aconsejable, si la distancia histórica es considerable, buscar profundizar sobre la cultura de la época con escritos de aquellos que estudiaron sus usos y costumbres.
En referencia al Nuevo Testamento, se podría hacer notar a quiénes están dirigidas las palabras y exhortaciones de Jesús, así como también, los destinatarios de las epístolas de los apóstoles. El Evangelio de San Juan, por ejemplo, se centra en las enseñanzas de Jesús a sus apóstoles, mientras que los evangelios sinópticos se centran en la vida de Jesús y sus enseñanzas. La vida misma del Señor fue un modelo para los discípulos, como también sus enseñanzas tanto públicas como privadas.
El Apocalipsis es un mensaje profético escrito en el estilo de la época (denominado “apocalíptico”) y, por lo tanto, no se puede interpretar literalmente, pues utiliza simbolismos y otros recursos para anunciar lo que sucederá en otro tiempo. Por lo tanto, ¡a no dejarse engañar, que el camino es estrecho, pero el final es holgado!
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas (Lc 12, 35)
Jesús les habla a sus discípulos y les dice: Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Por lo tanto, se puede ser seguidor del Señor y no estar preparado ó ceñido. Esta es una exhortación importante pues ciertamente Jesús siendo Dios (en su persona hay naturaleza humana y divina) conoce mejor la naturaleza del hombre que lo que el hombre se conoce a sí mismo.
En el trabajo se está preparado cuando se puede realizar la labor a la que estamos llamados. Si una persona necesita de nuestra labor como seguidor de Jesús y se va sin que hayamos podido ayudar siquiera un poco en el camino de la salvación, esa persona puede decir que no estamos preparados como discípulos del Señor. Esto remarca que hay que leer las Sagradas Escrituras y entenderlas, pero, sobre todo, llevar las palabras a obras.
También es de notar que se puede ser discípulo del Señor y no “tener la lámpara encendida”. Alguien apagado no comunica la gracia de Dios, que es vida. Es una persona egoísta. No es placentero estar cerca de alguien apagado, es una personalidad opaca, no refleja luz. Para estar en la luz es necesario orar. La oración nos pone en relación con Dios y nos permite ver las zonas oscuras. Ciertamente se puede decidir no hacer cambios y permanecer en la misma situación, pero con el tiempo esto desalentará el hacer oración y producirá desánimo. Una gran oración para “conocernos a nosotros mismos” es el rezo del Rosario. Siempre es saludable dirigir plegarias a la Madre de Dios, pues, además de ser un acto de humildad de nuestra parte al pedir la intercesión de alguien amado por el Señor para llegar a El, también es sabido que estas plegarias son escuchadas, pues son agradables al Señor, y además María es “la llena de gracia”: Ave Maria, gratia plena, sin pecado original, pues, ¡que intercesora!
Siguiendo la recomendación de Jesús, en conclusión, no hay que dejar la lectura de la Biblia así como también ser perseverantes en la oración, que como dijo un santo: No se pierde el incienso ofrecido a Dios: las oraciones y actos de caridad son recompensados. ¡Que el Señor nos ayude a estar preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas!
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos (Jn 15, 15)
¡El Señor nos brinda su amistad!, esta sola frase puede consolar cualquier corazón apesumbrado. ¿Qué católico no ha desahogado ante Dios alguna vez en su vida sus pesares? Es la gracia que hemos recibido en el bautismo que nos hace clamar a Dios como a un Padre!. Pero hay una distancia respetuosa hacia el Padre, y esta distancia se alarga en cuanto clamamos ¡a Dios! como nuestro padre. Pero no hay que desanimarse, puesto que el Señor dice a los que hacen Su voluntad: Ya no los llamo servidores (...) los llamo amigos.
La cita continúa así: yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. Jesús compartió con sus discípulos (y con su Iglesia) los misterios de la vida divina. Lo que el hombre no podía alcanzar mediante el razonamiento, fue revelado en la persona de Jesucristo. Esto ha hecho la labor de conocer a Dios mucho más fácil.
Aunque habría que reflexionar también sobre lo que implica la amistad. Un amigo no se gana de un día para el otro. La amistad implica primeramente conocimiento. No se es amigo de un extraño. Tampoco se puede considerar amigo a quién esconde u oculta cosas sobre sí mismo. Pues esto genera desconfianza y un amigo es alguien en quién confiamos. El que gana un amigo gana un tesoro, leemos en las Escrituras. Y realmente los amigos pueden salvar vidas, o, por lo menos, hacer más liviana nuestra carga cotidiana. Ciertos asuntos se los prefiere confiar a los amigos más que a los padres, ya que los consideramos más cercanos a nosotros mismos, pues se comparten con ellos y se resuelven los mismos problemas de la vida.
Dicho esto, podríamos considerar que la amistad con Jesús también debería tener una relación de cercanía. Cierta vez Jesús dijo a una santa que le hablara como si estuviese presente en la misma habitación, esto para incentivar la familiaridad. Hacemos cosas para nosotros y para nuestros seres queridos, pero también deberíamos hacer para nuestro amigo Dios, y junto con él llevar a cabo su obra. Va a haber contratiempos, es innegable, algún santo dijo que Jesús no trataba muy bien a sus amigos, luego de muchos contratiempos, pero la obra del Señor siempre llega a buen puerto, ¡y en el camino hemos ganado un amigo!. ¡Ojalá tengas una experiencia única de amistad con Jesús!
viernes, 6 de agosto de 2021
Se anonadó a sí mismo
Filipenses 2, 7: “se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres”
-Breve reflexión sobre la cita de la Carta a los Filipenses-
Anonadarse: palabra que proviene del latín: a- (hacia) nonada (nada). Con esto el apóstol Pablo nos dice que Cristo al venir a este mundo se hizo nada, para ser semejante a los hombres.
Siendo Dios infinito se limitó a sí mismo (sin dejar de serlo), dejó de depender de sí mismo en la naturaleza humana que asume. Porque como está escrito: “En El somos, nos movemos y existimos”. No hay punto de referencia para hacer una comparación sobre lo que implicó la encarnación del Verbo divino, si se pusiera como ejemplo: es como si un hombre dejara de serlo para ser una pulga, también nos quedamos cortos, puesto que ambos son seres finitos y ambos participan del “ser” en la misma manera.
Al considerar entonces este misterio que es la redención del género humano, no se puede estar menos que feliz por el don que quiso hacer Dios de sí mismo: El, que siendo “todo” se hizo nada, para hacer de la nada algo.
El suceso más importante del género humano parece a menudo pasar desapercibido. Por esto hay que aprovechar el tiempo de navidad para reflexionar sobre los misterios que se nos han revelado para nuestra salvación. Desde tiempos remotos el hombre buscó con afán conocer estos misterios sobre el ser mismo del hombre y la vida eterna, pero al tenerlos al alcance de la mano, se puede caer en la tentación de no darles la importancia que merecen. Y esto es un proceder bastante común en todas las disciplinas, que aquello que no demanda mucho esfuerzo, no es debidamente valorado.
Que el Señor nos de la gracia de vivir constantemente en su presencia hasta alcanzar aquel Reino prometido!
jueves, 5 de agosto de 2021
Más allá de la filosofía
(Extractos de la Encíclica FIDES ET RATIO -S.S. J.P.II, 1998-)
Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad como en distintas partes de la tierra, marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién soy? ¿de dónde vengo y a dónde voy? ¿por qué existe el mal? ¿qué hay después de esta vida?
Son preguntas que tienen su origen común en la necesidad de sentido que desde siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia.
La Iglesia ha recibido como don la verdad última sobre la vida del hombre. Lo que la obliga a responsabilizarse del anuncio de las certezas adquiridas, incluso desde la conciencia de que toda verdad alcanzada es sólo una etapa hacia aquella verdad total que se manifestará en la revelación última de Dios: « Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido » (1 Co 13, 12).
La filosofía nació y se desarrolló desde el momento en que el hombre empezó a interrogarse sobre el por qué de las cosas y su finalidad.
El asombro suscitado en el hombre por la contemplación de la creación. De aquí arranca el camino.
Principios de no contradicción, de finalidad, de causalidad: Existe un conjunto de conocimientos en los cuales es posible reconocer una especie de patrimonio espiritual de la humanidad.
La Iglesia considera a la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe. Deseo yo también dirigir la mirada hacia esta peculiar actividad de la razón. Me impulsa a ello el hecho de que, sobre todo en nuestro tiempo, la búsqueda de la verdad última parece a menudo oscurecida. La razón misma, movida a indagar de forma unilateral sobre el hombre como sujeto, parece haber olvidado que éste está también llamado a orientarse hacia una verdad que lo transciende. En lugar de expresar mejor la tendencia hacia la verdad, la razón se ha doblegado sobre sí misma haciéndose, día tras día, incapaz de levantar la mirada hacia lo alto para atreverse a alcanzar la verdad del ser. Recientemente han adquirido cierto relieve diversas doctrinas que tienden a infravalorar incluso las verdades que el hombre estaba seguro de haber alcanzado. En esta perspectiva, todo se reduce a opinión. No se puede negar, en efecto, que este período de rápidos y complejos cambios expone especialmente a las nuevas generaciones, a las cuales pertenece y de las cuales depende el futuro, a la sensación de que se ven privadas de auténticos puntos de referencia.
El conocimiento que la Iglesia propone al hombre no proviene de su propia especulación. Un misterio oculto en los siglos (cf. 1 Co 2, 7; Rm 16, 25-26), pero ahora revelado: « Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9): por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina ». Ésta es una iniciativa totalmente gratuita, que viene de Dios para alcanzar a la humanidad y salvarla. La fe, que se funda en el testimonio de Dios y cuenta con la ayuda sobrenatural de la gracia, pertenece efectivamente a un orden diverso del conocimiento filosófico. La filosofía y las ciencias tienen su puesto en el orden de la razón natural, mientras que la fe, iluminada y guiada por el Espíritu, reconoce en el mensaje de la salvación la « plenitud de gracia y de verdad » (cf. Jn 1, 14) que Dios ha querido revelar en la historia y de modo definitivo por medio de su Hijo Jesucristo (cf. 1 Jn 5, 9: Jn 5, 31-32).
martes, 3 de agosto de 2021
Reflexiones Anónimas
Reflexión 1.
Esta es una pregunta que se puede responder de maneras distintas según la etapa de la vida en que uno se encuentra.
Siendo joven uno puede considerarse afortunado si hay éxito en los estudios y tiene amistades.
En la adolescencia, se busca más la compañía, y se considera más afortunado al que consigue la mejor pareja. También es exitoso el que logra un buen trabajo.
En la adultez, es afortunado el que puede proporcionar un buen pasar a su familia. Mantener unida y en concordia a la familia también es un gran éxito personal.
Pero en este momento de la vida surge nuevamente este interrogante con una connotación más profunda: ¿Cuál es el sentido de la vida? Y se piensa más metafísicamente la respuesta. Haber logrado el éxito en los pasos anteriores es satisfactorio pero no proporciona una felicidad duradera y, ahora, surge una especie de vacío interior en el planteo de este interrogante. Y, se quiera o no, hay que pensar en la naturaleza misma del hombre, que se escapa a lo meramente visible. Sí, podemos afirmar que hay un alma inmaterial y una tendencia hacia lo infinito. Y hasta donde sabemos, el único ser infinito es Dios, por tanto, si surge este interrogante y hay un vacío interior, hay que plantearse o repensar nuestra relación con el Creador. Lo que sigue depende de cada uno..
Reflexión 2.
La alegoría de la caverna de Sócrates
Esta obra de Sócrates llevada a la escritura por su discípulo, así como tantas otras de este autor, intenta explicar lo divino a través de formas humanas, según la prosa de su época.
Siendo filósofo y queriendo llegar al conocimiento de lo sobrenatural, conceptualizar lo invisible partiendo de lo visible, propone a sus discípulos esta alegoría que, pareciera que tuvo alguna intuición o revelación, pues sale de lo racional, como es frecuente en sus obras.
Para explicar la vida divina, en pocas palabras, Sócrates propone lo siguiente:
Hay en una caverna unos hombres que fueron encadenados en el interior de la misma desde su nacimiento, y esa es la única realidad que perciben. En cuanto al mundo exterior, sólo ven reflejarse sombras en el interior de la caverna, de manera que su percepción de aquellos que transitan pasando por la entrada de la caverna es a través de las sombras que reflejan en su interior, y esa es toda la realidad que conocen. (Los hombres encadenados vendría a ser el género humano). Sobrepasado por la curiosidad de saber más, uno de los hombres logra liberarse de las cadenas y sale al exterior de la caverna. Acostumbrado a la oscuridad, al salir, la luz del sol lo daña, pero luego se acostumbra y puede ver con claridad la realidad exterior. Anonadado con su descubrimiento, intenta explicar a los demás lo equivocados que estaban acostumbrados a la oscuridad de la caverna, y que existe una luz que permite ver todo con claridad, pero a aquellos les parece un delirio sus palabras, y no logra convencerlos para que salgan. E inmediatamente aquellos vuelven a sus pensamientos.
No se encuentran muchos textos que ayuden a entender la realidad divina, pero esta alegoría parece un gran acierto de este amante de la sabiduría, que nos ha dejado esta comparación para poder reflexionar. Pues... a reflexionar!!
Reflexión 3.
¿Y si lo hacemos bien ahora?
¿Cuántas oportunidades tenemos en la vida? No se sabe, pero no son ilimitadas. Lo que sí se sabe es que el hábito (que se obtiene por repetición de un mismo acto) determina nuestra manera de obrar, por lo tanto, se puede esperar un comportamiento predecible, de acuerdo a los hábitos que hayamos adquirido, cada vez que se presenta una oportunidad de elección de vida. Si suponemos (hasta donde se sabe) que nuestras oportunidades se terminan al final de nuestra vida, es hora de pensar si estamos bien, o, conviene aprovechar mejor el tiempo que nos queda. Y puesto que los hábitos determinan nuestra manera de actuar y obrar, habría que considerar si son convenientes para nuestra salvación. Esto lleva a pensar, ¿Qué significa salvarnos?.. Este es el punto en que dejamos de ser el centro de nosotros mismos y nos ponemos en relación a Dios. Como dicen las sagradas escrituras: “El es el principio y el fin”, el “alfa y el omega”, de El venimos y hacia El vamos. Todo lo que hicimos hasta ese punto entra en perspectiva. Entonces hay que preguntarse: ¿cuál es el punto de comparación?
En este escenario podemos estar complicados, puesto que el obrar se mira en la luz divina, bajo la mirada amorosa pero también justa de Dios Padre. En mi opinión, no quisiera esperar menos, puesto que vemos a nuestro creador, pero, ¿estamos preparados para el gran evento de nuestra vida que llega después de nuestro obrar en esta vida..?
Reflexión 4.
Encuentro de civilizaciones
Este es un tema no debatido y por lo tanto genera interrogantes. Este planteo es una perspectiva de tantas.
Por fe y también por razonamiento (véase Aristóteles-Platón y también teólogos cristianos) sabemos que Dios hizo todo lo visible. Ahora bien, lo visible incluye una variedad infinita de vida animal (racional y no racional), vegetal, bacterias, seres unicelulares, etc. y sabemos que el planeta Tierra no es el único planeta habitable y que son incontables la cantidad de galaxias, con millares de planetas habitables cada una de ellas.
Cuando el hombre no había desarrollado la capacidad de observación del espacio profundo creía que la Tierra era el centro de la galaxia. Luego descubrió que se encuentra en una posición, se podría decir marginal, de la Vía Láctea. Este puede ser tiempo de plantearnos la posibilidad de que hay otros seres racionales con capacidad de llegar a este planeta.
Hay muchas personas que afirman haber visto objetos voladores con capacidades que el hombre no pudo alcanzar aún (el mismo que escribe tuvo la experiencia de divisar un ovni que permanecía inmóvil y mientras lo observaba se alejó de un instante a otro a una velocidad inconmensurable). Se puede afirmar entonces que podemos tener visitas extraterrestres. Así mismo que este tiempo podría no ser el primer momento de la historia en que hayamos tenido visitas desde otros planetas, ya que muchos grabados antiguos y jeroglíficos reflejan objetos y figuras no humanas.
Leyendo las Escrituras podemos saber que en algún momento de la historia la Tierra estuvo habitada por una raza de gigantes, y hallazgos y publicaciones recientes lo confirman. Desconozco otros escritos históricos, pero que haya vida racional fuera de nuestro planta no cambia en nada la fe católica. Quizá hayamos alcanzado un nivel de desarrollo como especie en la que Dios permite y abre la posibilidad de contactarnos con individuos de otras especies, que en cuanto especie pueden ser más evolucionados y ciertamente tienen capacidades tecnológicas superiores, puesto que el sólo hecho de llegar hasta nuestro planeta es suficiente prueba de ello.
No tenemos experiencia previa, o, no se ha hecho pública aún, sobre las consecuencias del contacto entre distintas civilizaciones con distinto grado de evolución, pero se puede afirmar sin necesidad de debatir, que la especie menos evolucionada está en desventaja y, por lo tanto, se debería proceder con precaución, llegado el caso, y no olvidar que si Dios lo permite, también nos asistirá si vienen a visitarnos con malas intenciones.
Para finalizar, no sabemos cómo Dios decidió relacionarse con otras especies, pero a la nuestra la elevó a una gran dignidad, y, por esto, ¡alabado sea!