sábado, 7 de agosto de 2021

Ubicarse en el contexto histórico

 


En mi experiencia como catequista he notado que una falta de formación recurrente en los jóvenes, y no tan jóvenes, que leen las Escrituras, es la falta de ubicación en contexto histórico.

Ubicarse en contexto implica “un trabajo previo” al simplemente comenzar a leer el libro en cuestión. Supone interiorizarse sobre la cultura y las costumbres de la época, pues el hombre no es ajeno al tiempo en que le toca vivir y su actuar se debe referenciar al mismo. Hoy día sucede algo similar si se quiere ir a vivir a una región distinta a la que uno se crió. En cuanto al lenguaje, se puede conceptualizar de otra manera y, un término de uso común para una región, puede ser ofensivo en otra cultura. También al haber distintos hábitos y costumbres, es necesario conocerlos antes de convivir en otra cultura para evitar ofender a los locales. 

En la antigüedad, sin la técnica actual, ni las normas de convivencia universalmente aceptadas, llámese derechos humanos; visto desde la actualidad, alguno podría hacerse una idea equivocada y juzgar erróneamente, leyendo textos históricos o incluso las Sagradas Escrituras, que tiene numerosos textos de índole histórica. 

También he podido observar que los enemigos de la Iglesia utilizan este recurso de la distancia histórica y cultural para intentar confundir a quienes se interesan por la Palabra de Dios.

Una ayuda para evitar caer en este error se podría encontrar en una completa introducción al libro que estamos por leer, aunque es aconsejable, si la distancia histórica es considerable, buscar profundizar sobre la cultura de la época con escritos de aquellos que estudiaron sus usos y costumbres. 

En referencia al Nuevo Testamento, se podría hacer notar a quiénes están dirigidas las palabras y exhortaciones de Jesús, así como también, los destinatarios de las epístolas de los apóstoles. El Evangelio de San Juan, por ejemplo, se centra en las enseñanzas de Jesús a sus apóstoles, mientras que los evangelios sinópticos se centran en la vida de Jesús y sus enseñanzas. La vida misma del Señor fue un modelo para los discípulos, como también sus enseñanzas tanto públicas como privadas. 

El Apocalipsis es un mensaje profético escrito en el estilo de la época (denominado “apocalíptico”) y, por lo tanto, no se puede interpretar literalmente, pues utiliza simbolismos y otros recursos para anunciar lo que sucederá en otro tiempo. Por lo tanto, ¡a no dejarse engañar, que el camino es estrecho, pero el final es holgado! 

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