sábado, 7 de agosto de 2021

Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas (Lc 12, 35)

 



Jesús les habla a sus discípulos y les dice: Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Por lo tanto, se puede ser seguidor del Señor y no estar preparado ó ceñido. Esta es una exhortación importante pues ciertamente Jesús siendo Dios (en su persona hay naturaleza humana y divina) conoce mejor la naturaleza del hombre que lo que el hombre se conoce a sí mismo.

En el trabajo se está preparado cuando se puede realizar la labor a la que estamos llamados. Si una persona necesita de nuestra labor como seguidor de Jesús y se va sin que hayamos podido ayudar siquiera un poco en el camino de la salvación, esa persona puede decir que no estamos preparados como discípulos del Señor. Esto remarca que hay que leer las Sagradas Escrituras y entenderlas, pero, sobre todo, llevar las palabras a obras.

También es de notar que se puede ser discípulo del Señor y no “tener la lámpara encendida”. Alguien apagado no comunica la gracia de Dios, que es vida. Es una persona egoísta. No es placentero estar cerca de alguien apagado, es una personalidad opaca, no refleja luz. Para estar en la luz es necesario orar. La oración nos pone en relación con Dios y nos permite ver las zonas oscuras. Ciertamente se puede decidir no hacer cambios y permanecer en la misma situación, pero con el tiempo esto desalentará el hacer oración y producirá desánimo. Una gran oración para “conocernos a nosotros mismos” es el rezo del Rosario. Siempre es saludable dirigir plegarias a la Madre de Dios, pues, además de ser un acto de humildad de nuestra parte al pedir la intercesión de alguien amado por el Señor para llegar a El, también es sabido que estas plegarias son escuchadas, pues son agradables al Señor, y además María es “la llena de gracia”: Ave Maria, gratia plena, sin pecado original, pues, ¡que intercesora! 

Siguiendo la recomendación de Jesús, en conclusión, no hay que dejar la lectura de la Biblia así como también ser perseverantes en la oración, que como dijo un santo: No se pierde el incienso ofrecido a Dios: las oraciones y actos de caridad son recompensados. ¡Que el Señor nos ayude a estar preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas!


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