domingo, 5 de agosto de 2018

La Iglesia Católica y el Protestantismo


La intención de este blog es presentar el origen y contexto de la rama del Cristianismo (desde Introducción hasta Principales Ramas: información tomada de wikipedia) y hacer una breve reflexión al respecto, de acuerdo a la Biblia

Introducción

Los protestantes fueron originariamente grupos cristianos que, alegando que la Iglesia católica venía incurriendo en numerosos errores teológicos, se separaron de esta en el siglo XVI, en un proceso que se denomina la Reforma protestante.

La doctrina luterana (algunos elementos centrales de las propuestas de Martín Lutero, además de en las 95 tesis del manifiesto colocado en la puerta de la iglesia de Wittenberg, se presentan en sus obras 'Catecismo Mayor' y 'Los artículos de Esmalkalda') giraría en torno a la idea de que la Biblia es la única autoridad en materia de fe para la Iglesia y en la necesidad absoluta de la gracia de Dios para que el hombre, mediante la sola fe en Cristo y el Evangelio, pueda ser salvado por Dios en un acto de conversión interior.

El protestantismo es muy diverso, y es bastante más heterogéneo que las Iglesias católica y ortodoxa, tanto desde el punto de vista teológico como el eclesiástico. El protestantismo no cuenta con una autoridad suprema ni tiene unidad estructural. Los protestantes desarrollaron la idea de la «Iglesia invisible», que se contrapone a la posición católica, que ve en la Iglesia católica la única Iglesia verdadera, fundada por Jesús.

Debido a la diversidad de grupos que se sumaron al protestantismo y sus diferencias doctrinales, el mismo no se corresponde con el modelo de una sola iglesia ni una doctrina homogénea. A pesar de las coincidencias originales expresadas principalmente en las Cinco Solas, aun en sus orígenes, no se podría hablar de un movimiento sólidamente uniforme en este aspecto. El protestantismo habitualmente se expresa en tres tipos de movimientos o congregaciones:
  • Aquel que se corresponde a iglesias históricas de carácter nacional, como la Iglesia de Inglaterra (anglicanismo) en el Reino Unido y el ámbito de sus excolonias, las iglesias luteranas en Alemania y Escandinavia, y las iglesias calvinistas (reformados y presbiterianos) en Suiza, Países Bajos y Escocia. (Las iglesias metodistas y algunas iglesias bautistas, aunque sin carácter nacional, son agrupadas en este primer tipo). Aquel que se corresponde a iglesias históricas de carácter congregacional, como las iglesias congregacionalistas, las iglesias puritanas, las iglesias anabaptistas (menonitas, hermanos) y la mayoría de iglesias bautistas; o las iglesias evangélicas, de carácter libre y generalmente calvinistas, aunque anabaptistas. Suelen llamarse iglesias de la segunda reforma.
  • Aquel que se corresponde a movimientos pentecostales o carismáticos, surgidos de diversas iglesias protestantes o sin continuidad histórica.
  • Existen en el mundo alrededor de 800 millones de protestantes, distribuidos en diferentes denominaciones que siguen diferentes líneas interpretativas de la Biblia.

Las cinco solas

Del mismo modo que no se puede hablar de una sola iglesia protestante, tampoco se puede hablar de una sola doctrina protestante coherente y cohesionada. De hecho, la variedad doctrinal que el protestantismo ha ido adoptando a lo largo de su evolución ha sido una de las causas de su fragmentación. Aun con todo, se puede hablar de una doctrina de mínimos que con distinta intensidad sí comparten todas las iglesias herederas de la Reforma. Tradicionalmente se suele resumir esta doctrina común en las “cinco solas”, que desarrolladas comprenden el núcleo de la fe protestante:
  • La doctrina de la “sola scriptura” es la creencia en que toda fuente de autoridad en materia de fe debe ser extraída con exclusividad de la Palabra de Dios, la Biblia. Esta posición, común a todas las iglesias protestantes, varía en su intensidad, desde el extremo del rechazo de cualquier contenido de fe ajeno a la Biblia (protestantismo evangélico más radical) hasta la supeditación de la tradición y las costumbres a la Biblia sin que por ello sea rechazada si no se puede argumentar una incoherencia o incompatibilidad manifiesta (iglesias protestantes históricas).
  • La doctrina de la “sola fide” es la creencia en que sólo mediante la fe en Cristo el hombre recibe gratuitamente la salvación. Esta fe en Cristo se describe como una fe viva que implica una conversión total del hombre, es decir, una fe que produce una transformación que implica un cambio en las creencias, obras y aspiraciones del creyente.
  • La doctrina de la “sola gratia” es la creencia en que la salvación es recibida de parte de Dios, por el hombre, de forma gratuita, sin que éste pueda merecerla o adquirirla por sus propias fuerzas. La doctrina de la gracia en el protestantismo es semejante a la doctrina agustina si bien enfatizada o según para algunos mal entendida. El protestantismo presenta al hombre condenado e incapaz de obrar en favor de su salvación por causa del pecado original. En esta situación de depravación, el hombre necesita de Dios para su salvación desde incluso el mismo momento en que se convierte, pues sin la gracia de Dios tampoco podría recibir la gracia de la fe. Dentro del protestantismo se ha entendido esta doctrina de diversas formas. Existen algunas iglesias que defienden la idea de que el hombre es totalmente incapaz incluso de aceptar la gracia o de resistirla, de modo que su libertad queda totalmente anulada y todo depende de la elección divina (calvinismo más extremo) hasta posturas muy parecidas a la doctrina católica que defienden la idea de que el hombre, aun no mereciendo ni pudiendo lograr por sus méritos la salvación, una vez capacitado por Dios puede libremente aceptarla o rechazarla.
    • Como una consecuencia de la radicalidad de la doctrina de la gracia y la fe en el protestantismo, el papel de las obras como actos que puedan merecer la salvación, la santidad o el favor de Dios es generalmente rechazado o muy atenuado como un producto secundario de la fe. Aun así, en el protestantismo se suele argumentar que una vida de fe que no produce obras es una vida de fe muerta, es decir, no es una vida de fe basándose en la cita bíblica de Santiago 2:17.
  • La doctrina de “solus Christus” es la creencia en que sólo hay un mediador capaz de redimir al hombre ante Dios, y que éste es Cristo. Desde un punto de vista teológico, esta doctrina es compartida por todas las iglesias cristianas. No obstante, en el protestantismo adoptó una serie de implicaciones nuevas que sí lo diferencian. La implicación más importante fue el rechazo de la intercesión de la virgen María y los santos en nuestro favor desde el cielo. También se rechazó el culto y veneración de éstos y otras creencias populares que incluso la misma Iglesia católica no reconoce como correctas. Otra implicación importante fue el rechazo de lo que se percibió como una apropiación por parte del clero de ciertos medios de salvación o condonación de los pecados, como la celebración del sacramento de la penitencia y las indulgencias.
  • La doctrina de “Soli Deo Gloria” es la creencia en que sólo a Dios se le puede dar gloria y adoración. Asimismo es la creencia en que ángeles y toda la creación (incluidos los hombres) dan gloria a Dios y que por ello y para ello Dios los creó. En el protestantismo implicó además el rechazo de la adoración y veneración de los santos y de cualquier ángel, hombre o cosa.

Doctrinas fijadas en la dialéctica con la Iglesia católica (diferencias)

Para entender la doctrina protestante hay que tener en cuenta que en su génesis fue un movimiento de reforma de la Iglesia católica. Por este motivo, muchas de las doctrinas protestantes sólo tienen sentido y deben su existencia al catolicismo y a la necesidad o intención de corregirlo de lo que fueron percibidos como errores por los reformadores protestantes. Un ejemplo que deja clara esta génesis dialéctica de ciertas doctrinas protestantes es, por ejemplo, la negación del purgatorio. El purgatorio en el protestantismo sencillamente no tiene cabida en su teología ni en sentido alguno en sus desarrollos positivos, pero aun así es doctrina usual en confesiones y catecismos protestantes el decir: “el purgatorio no existe”. Algunas doctrinas protestantes con este origen son:
  • La negación del papado y la infalibilidad papal. Algunas iglesias protestantes sólo reconocen al papa como un obispo más (iglesias protestantes históricas) o sencillamente rechazan cualquier papel que éste pueda tener en la Iglesia. Tampoco se reconoce la autoridad de los patriarcas ortodoxos como jefes de la Iglesia.
  • Excepto en el anglicanismo y el luteranismo se rechaza el episcopado y la sucesión apostólica. Se conservan el presbiterado (ancianos) y el diaconado como ministerios ordenados, aunque no por un sacramento ni en sucesión apostólica.7​
  • Se niega que los concilios de la Iglesia o cualquier declaración de su jerarquía tenga una autoridad semejante a la de la Palabra escrita de Dios, es decir, la Biblia. El canon de la Biblia para los protestantes es de 66 libros, ya que de acuerdo a la tradición jerosolimitana únicamente se aceptan como inspirados aquellos libros que son propios de la Tanaj hebrea (Antiguo Testamento). No se tiene en cuenta, por tanto, la tradición griega (Biblia de los Setenta), que es la que utiliza la Iglesia católica. Los libros no usados por los protestantes son llamados deuterocanónicos o apócrifos.
  • Se niega cualquier papel merecedor de la salvación en las obras. Esta doctrina no es exactamente contraria a la doctrina católica, aunque sí ha sido un punto de gran controversia.
  • Excepto en el anglicanismo y el luteranismo (en parte) sólo se aceptan dos sacramentos u ordenanzas, el bautismo y la cena del Señor (eucaristía). La doctrina sacramental presenta grandes diferencias entre los protestantes. Estas van desde una concepción simbólica hasta incluso posiciones muy cercanas al catolicismo.
  • En la eucaristía se rechaza en general la transubstanciación, el sacrificio incruento de Cristo en el altar, la presencia de Cristo fuera del uso litúrgico del sacramento y las bendiciones y adoraciones con el sacramento. La presencia de Cristo se explica desde una presencia real (consubstanciación, presencia espiritual) hasta una mera presencia simbólica.
  • Algunas Iglesias (anabaptistas, bautistas, hermanos, pentecostales y otras Iglesias evangélicas) no bautizan a los recién nacidos, bautizando de nuevo a los que lo fuesen de niños. Consideran el bautismo como una decisión consciente representada mediante el bautismo de forma pública, con la que el individuo se decide a seguir las enseñanzas de Cristo. Por otro lado, las Iglesias protestantes históricas (anglicanos, luteranos, presbiterianos, metodistas, etc.) reconocen y practican el bautismo pueril (paidobautismo), no sólo como un medio de incorporar al niño a la Iglesia, sino también como un signo de la regeneración, de la filiación y de actuación de la Gracia de Dios.8​9​ Generalmente la Iglesia católica reconoce como válido (aunque ilícito para un católico) el bautismo de las iglesias históricas de la Reforma.
  • En la mayoría de las iglesias protestantes (excepto en la anglicana, la metodista y luterana) la liturgia es concebida como innecesaria para la celebración del culto. Tan sólo se conservan aquellas que son percibidas como obligatorias en la Biblia (la fórmula bautismal, el bautismo en agua y la celebración de la Cena del Señor con pan y vino, aunque sin la necesidad de repetir las palabras que usó Cristo en la misma). El anglicanismo, el metodismo y el luteranismo, en cambio, consideran que la liturgia es parte importante del culto y establecen libros de oración y celebración; la liturgia (excepto la metodista) de estas dos iglesias es muy semejante a la liturgia católica latina.
  • Se rechaza la veneración de imágenes y reliquias.
  • No se cree en la necesidad de recurrir a la confesión auricular ni a la absolución por parte de un ministro ordenado para así recibir el perdón de los pecados. Anglicanos y luteranos aun aceptando esta falta de necesidad no han suprimido este medio aunque matizan observando que es el arrepentimiento y la confesión a Dios lo que perdona y no la absolución.
  • Se rechaza la doctrina del purgatorio y, por tanto, las oraciones por los difuntos.
  • Se rechaza la Inmaculada Concepción de María y no se da crédito a la asunción de María en cuerpo y alma a los cielos. La mayoría de las iglesias protestantes no usan el título de “Madre de Dios” por la confusión que podría provocar y sostienen la opinión de que María sí podría haber tenido o tuvo hijos después de nacer Jesús.

Principales ramas del protestantismo

Luteranos

  • Origen: siglo XVI en Alemania, con la ruptura con el papa por parte de Martín Lutero en lo que se conoce como Reforma Protestante.
  • Doctrinas destacadas: sola scriptura, sola fide, y sacerdocio universal.
  • Sacramentos: bautismo y eucaristía.
  • Implantación: 75 millones de seguidores, principalmente en Alemania y Escandinavia.

Anglicanos

  • Origen: siglo XVI, con la ruptura con el papa por parte de Enrique VIII de Inglaterra, creando lo que se denomina vía media del cristianismo (entre el catolicismo y el protestantismo más reformado).
  • Sacramentos: bautismo y eucaristía, aunque consideran de manera secundaria los demás sacramentos de la tradición apostólica (por ejemplo, orden sacerdotal).
  • Implantación: 85 millones de seguidores, principalmente en Inglaterra.

Calvinistas

  • Origen: siglo XVI, con Juan Calvino en Suiza y Francia (instituyéndose la Iglesia Reformada, que se extiende a los Países Bajos), llegando a Escocia (donde, a través de John Knox, se institucionaliza como Iglesia Presbiteriana) e Inglaterra (dando origen a la Iglesia Congregacional).
  • Doctrina destacada: predestinación.
  • Sacramentos: bautismo y eucaristía.
  • Implantación: 85 millones (50 millones de presbiterianos, 30 millones de congregacionales y 5 millones de reformados), principalmente en Reino Unido, Países Bajos, Estados Unidos, Corea del Sur, Latinoamérica y África subsahariana.

Bautistas

  • Origen: siglo XVI en Europa, como herederos de los anabaptistas. Han tenido un mayor crecimiento en Estados Unidos, donde son la rama protestante mayoritaria.
  • Doctrina destacada: bautismo por inmersión de los adultos.
  • Sacramentos: bautismo y cena del Señor (este último, solo simbólico).
  • Implantación: 100 millones de seguidores, principalmente en Estados Unidos y Latinoamérica.

Metodistas

  • Origen: siglo XVII, con John Wesley en Inglaterra. Emparentados con el calvinismo (salvo la predestinación) y el anglicanismo, extendiéndose a Estados Unidos y África, donde experimentaron un gran crecimiento.
  • Doctrina destacada: acento en la conversión y la predicación.
  • Sacramentos: bautismo y eucaristía.
  • Implantación: 85 millones de seguidores, principalmente en Reino Unido, Estados Unidos y África subsahariana.

Evangélicos

  • Origen: los orígenes del movimiento evangélico se suelen trazar hasta el metodismo inglés, la Iglesia de Moravia (en particular, la teología de su obispo, Nicolaus Ludwig von Zinzendorf) y el pietismo luterano.
  • Doctrinas destacadas: glosolalia, experiencia de «nacer de nuevo» cuando se recibe la salvación, y salvación por gracia a través de la fe en la expiación hecha por Jesús de Nazaret.
  • Sacramentos: bautismo y cena del Señor (este último, solo simbólico).
  • Implantación: 600 millones de seguidores, principalmente en Estados Unidos, Reino Unido y Latinoamérica.

Pentecostales

  • Origen: entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, inspirados por Charles Finney y William Seymour. Están constituidos principalmente por iglesias locales independientes, aunque también comprende grandes denominaciones como las Asambleas de Dios.
  • Doctrina destacada: glosolalia o don de lenguas como evidencia del bautismo en el Espíritu Santo.
  • Sacramentos: bautismo y cena del Señor (este último, solo simbólico).
  • Implantación: 250 millones de seguidores, principalmente en Estados Unidos, Latinoamérica, África subsahariana y Corea del Sur.


Breve reflexión sobre lo anterior:

A lo largo de la historia, la Iglesia se vio afligida por distintos errores 'humanos' de los que se vio liberada gracias a la asistencia de Dios. Desde sus orígenes mismos, surgieron errores de interpretación o 'distorsiones' de la doctrina enseñada por N. S. Jesucristo y confirmada por los Apóstoles, testigos de Sus palabras y obras.

Uno de estos movimientos fue el arrianismo (s. III), que profesó en la creencia difundida por Arrio, que afirmaba que el Hijo de Dios no existió siempre, sino que fue creado por Dios Padre. Creencia refutada en los Concilios de Nicea y Constantinopla. 
(Hay varios pasajes de la Sagrada Escritura que refutan este error, entre ellos: Jn. 10, 30: "El Padre y Yo somos una misma cosa" - Jn. 3, 13: "Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo." ...).

Hubo otros errores como el Gnosticismo y el Pelagianismo, que también fueron refutados. Hacia el siglo X, la Iglesia se vio afligida por prácticas erróneas, como la simonía, que es la pretensión de poder comprar sufragios espirituales. Esta práctica fue condenada desde sus orígenes por los Papas, aunque todavía en la época de Lutero no estaba totalmente abolida.
(En cuanto a este error cabe señalar que la pobresa apostólica ocupó un lugar preminente desde el origen de la Iglesia Católica. Ya se lee en el libro de los Hechos de los Apóstoles: "Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió una propiedad, y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y puso el resto a disposición de los Apóstoles. Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios». Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido." (Hech. 5, 1-5)
 
Por cuestiones de practicidad y para no extender demasiado el contenido, analizaremos las cinco solas y diferencias en la dialéctica con la Iglesia católica

Las 5 solas:

LA DOCTRINA DE LA “sola scriptura” (es la creencia en que toda fuente de autoridad en materia de fe debe ser extraída con exclusividad de la Palabra de Dios, la Biblia). En este punto no hay exactitud doctrinal puesto que los Evangelios fueron escritos por los Discípulos del Señor, quienes transmitieron las indicaciones recibidas por Jesús. En este sentido se podría citar los pasajes de la Escritura: Jn. 16,12: "Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora", ó Jn. 21, 25: "Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.". Por lo tanto la Escritura (escrita por discípulos del Señor mediante la inspiración del Espiritu Santo) y la tradición enseñada por los Apóstoles son válidas y contienen las enseñanzas y hechos realizados por nuestro Señor.

LA DOCTRINA DE LA “sola fide” (es la creencia que sólo mediante la fe en Cristo el hombre recibe gratuitamente la salvación). En este punto no hay exactitud doctrinal puesto que la fe debe ir acompañada de obras. A través de toda la Escritura Dios pide a su Pueblo que produzca obras de justicia y caridad, por lo tanto, la sola fe no es suficiente. Cuando Dios quizo probar a Abraham, le pidió que ofrezca en sacrificio a su hijo único, y mediante este acto probó su fe, y como dice la Escritura, eso se le tuvo en cuenta para su justificación. La Carta del apóstol Santiago es muy clara sobre este asunto: Sant. 2, 20-24: "¿Quieres convencerte, hombre insensato, de que la fe sin obras es estéril? ¿Acaso nuestro padre Abraham no fue justificado por las obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves como la fe no estaba separada de las obras, y por las obras alcanzó su perfección? Así se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación, y fue llamado amigo de Dios. Como ven, el hombre no es justificado sólo por la fe, sino también por las obras.". En el Evang. de Mateo: "Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras." (Mt. 16, 27). También está el pasaje del Apocalipsis: "Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros, y también fue abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros; cada uno según sus obras." (Apoc. 20, 12). En el libro de Jeremías: "Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones." (Jer. 17, 10). Otro pasaje muy citado dentro de la doctrina católica (Sant. 2, 14-18): "¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en paz, caliéntense y coman», y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta. Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno tiene la fe y otro, las obras». A ese habría que responderle: «Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe»". Y también según está escrito en la Carta a los Romanos: "Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confieza para obtener la salvación" (Rom. 10, 9). Por lo tanto, con el corazón creemos (fe) y con nuestros miembros confesamos (obras). Para conlcuir: "En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios" (Evang. Juan 3, 19-21). También: "No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo." (Evang. Mateo 5, 15-16)

LA DOCTRINA DE LA “sola gratia” (es la creencia en que la salvación es recibida de parte de Dios, por el hombre, de forma gratuita, sin que éste pueda merecerla o adquirirla por sus propias fuerzas). Este punto tiene relación con el de 'sola fide'. Como se afirma en las Escrituras, el hombre, a causa de 'pecado original', no era capaz de alcanzar la amistad con Dios por sí mismo, pero debido a la salvación obrada por Jesucristo, y en virtud del sacramento del Bautismo, se recupera esta amistad con Dios y el hombre puede alcanzar la salvación, pero debe haber una respuesta del hombre al don de Dios. Por el 'libre albedrío' otorgado al hombre, este es capaz de elegir aceptar o rechazar la gracia divina. Esta elección se ve confirmada no sólo por la elección, sino también por las obras, según el pasaje de la Escritura: Apoc. 22, 12: "Pronto regresaré trayendo mi recompensa, para dar a cada uno según sus obras".

LA DOCTRINA DE LA “solus Christus” (es la creencia en que sólo hay un mediador capaz de redimir al hombre ante Dios, y que éste es Cristo, rechazando la intercesión de la virgen María y los santos en nuestro favor desde el cielo). En este punto no hay exactitud doctrinal puesto que el hombre puede 'influir' ante Dios, ya que Dios está atento a las súplicas que le son dirigidas. Hay muchos pasajes en la Biblia que dan testimonio de cómo el hombre influye ante Dios para sí mismo y para otros. En el Antiguo Testamento Dios dice a Moisés que le permita destruir al pueblo que se había pervertido mientras él recibía los mandamientos en el monte Horeb. Pero la súplica de Moisés logró que el Señor no llevara a cabo dicha amenaza. En las bodas de Caná (Evangelio San Lucas), la súplica de María logra que Jesús convierta agua en vino. También Jesús hace una curación de un paralítico en virtud de la fe de otros, según se lee en Mt. 9, 2: "Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados».". En Efesios 6, 18: "Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos", san Pablo pide que intercedan mediante oraciones y súplicas unos por otros. En Romanos 12, 13: "Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad". Además como afirma San Luis María de Montfort: "no sin razón nos ha dado Dios mediadores ante sí mismo. Vio nuestra indignidad e incapacidad, se apiadó de nosotros, y, para darnos acceso a sus misericordias, nos proveyó de poderosos mediadores ante su grandeza", "¿no necesitamos, acaso, un mediador ante el mismo Mediador? ¿Bastará nuestra pureza para unirnos a Él directamente y por nosotros mismos? ¿No es Él, acaso, Dios igual en todo a su Padre, y, por consiguiente, el Santo de los santos, tan digno de respeto como su Padre? Si por amor infinito se hizo nuestro fiador y mediador ante el Padre para aplacarlo y pagarle nuestra deuda, ¿será esto razón para que tengamos menos respeto para con su majestad y santidad? Digamos, pues, abiertamente, con San Bernardo, que necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo".
Esto es así, puesto que si una súplica de la Madre de Jesús alcanzó para que Jesús realizara el primer milagro en su vida pública, más poderosa aún será la intercesión de la Madre en el Cielo, desde que ha sido glorificada por el Padre Celestial. Además como está escrito en el Evangelio de San Juan "Aquí tienes a tu Madre" (Jn. 19,27). Queda demostrado entonces que Jesús confirma a María como nuestra intercesora.

LA DOCTRINA DE LA “Soli Deo Gloria” (es la creencia en que sólo a Dios se le puede dar gloria y adoración. Asimismo es la creencia en que ángeles y toda la creación -incluidos los hombres- dan gloria a Dios y que por ello y para ello Dios los creó. En el protestantismo implicó además el rechazo de la adoración y veneración de los santos y de cualquier ángel u hombre). En este punto hay que distinguir entre adorar y venerar. La adoración pertenece sólo a Dios, pero la veneración (Sentimiento de profundo respeto y admiración inspirado por la dignidad, la virtud o los méritos de una persona) no deja de ser recomendable, puesto que anima al hombre a imitar las virtudes y buenas acciones de otros hombres que han dejado ejemplos a imitar. Como está escrito en Filipenses 4, 8: "En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.". Así como se construyen estatuas de próceres en recuerdo a su valentía o virtud que otorgan un sentimiento nacionalista, lo mismo inflama en virtud el recuerdo del esfuerzo y la vida de los santos. Al venir a este mundo como hombre, nacido de la Virgen María, Jesucristo puede ser representado. Ya no es sólo Yahvé del Antiguo Testamento, que no puede ser visto por ojo humano. En la persona de Cristo, Dios asume la condición humana, y Cristo es Dios y es hombre.


Los Sacramentos de la Iglesia Católica

Los siete sacramentos de la Iglesia Católica son:
  1. Bautismo (sacramento por el cuál se recibe la filiación divina)
  2. "Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Evang. Mateo 28, 19)
  3. Confirmación (sacramento por el cuál se recibe al Espíritu Santo, refuerza al bautismo y lo confirma. Generalmente se recibe en la juventud, mientras que el bautismo a temprana edad)
  4. "Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús." (Hechos 8, 14-16)
  5. Eucaristía (el Cuerpo del Señor Jesús, que El mismo instituyó en la Ultima Cena)
  6. "El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente." (Evang. Juan 6, 56-58)
    "El que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor." (1 Corintios 11, 27)
  7. Confesión ó Reconciliación (por el cuál uno se purifica de pecados o faltas cometidas)
  8. "«Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan»" (Evang. Juan 2, 21-23)
  9. Unción de los enfermos (se administra en la enfermedad o vejez, como ayuda y fortaleza para enfrentar los momentos previos al tránsito a la casa del Padre)
  10. "Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo." (Evang. Marcos 6, 12-13)
  11. Orden sacerdotal
  12. Matrimonio
Todos los sacramentos son importantes (por no decir necesarios). Todos ellos fueron instituidos por nuestro Señor Jesús y conservados mediante tradición en la Iglesia. La falta de alguno de ellos debilita la gracia en el cristiano.

Una carencia importante en las distintas ramas del protestantismo es la exclusión de Sacramentos.

CONCLUSIÓN:

En lugar de oponerse y combatir al error que consideraban existía en su época, en la Iglesia, se opusieron a la Iglesia misma y por lo tanto crearon nuevos errores y más perjudiciales, al no ver a la Iglesia como una unidad según está escrito: "Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor" (Jn. 10, 16).

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