martes, 25 de octubre de 2022

La Pobreza evangélica

Son tres los votos que hacen aquellos que ingresan al noviciado: Castidad, Pobreza y Obediencia.

El voto de Pobreza que parece menospreciado hoy en día es realmente un pilar de la Iglesia. Lo practicaron los discípulos del Señor a ejemplo de El mismo y es mandado a ser practicado por toda la Iglesia.

Ciertamente no demanda lo mismo para un laico que para una persona consagrada. Para un laico la pobreza evangélica puede ser entendida como una forma de vida desprendida, sin apetecer por encima de nuestro uso, ayudando a los necesitados, etc. Para un religioso o consagrado es más bien depender de la Divina Providencia.

Hubo dos santos que al ver que este voto era menospreciado lo vivieron ellos mismos a ejemplo de los apóstoles: san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán. San francisco se desprende de todos los bienes y empieza su vida dedicada al Señor solamente con lo que llevaba vestido. La suya fue una actitud heroica y el Señor la recompensó. Santo Domingo pudo ver que la manera de misionar en su época era inadecuada: los predicadores iban en carruajes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores alojamientos, y no conseguían apartar a los cristianos de la herejía albigense que invadía Francia. Por esto, junto con algunos compañeros, fueron a predicar a pie, sin más que los libros que necesitaban para ejercer su oficio. Cuando debían sufrir las penosidades del viaje santo Domingo decía que la próxima predicación iba a ser fructífera, y así sucedía.

Dos hombres viviendo la pobreza evangélica con maneras distintas de evangelizar. San Francisco predicaba con su vida que iba en contra de la sociedad feudal de aquella época, empeñada en acumular tesoros. Para este santo todo lo que necesitaba saber estaba en la lectura de la Biblia. Santo Domingo que tenía una carrera de estudios, refutaba con argumentos a aquellos herejes que expandían el error entre los católicos. La predicación de san Francisco arrasaba mientras que la de santo Domingo apenas convencía, pero la Virgen María fue en ayuda de este último y le dio un arma poderosa que iba a darle el triunfo contra los herejes: el rezo del Rosario.

Esta similitud a grandes rasgos también puede verse en las figuras de san Pedro y san Pablo que la Iglesia conmemora en un mismo día: 29 de Junio.

Qué gloriosa es la santa pobreza. Que la vida de la Iglesia sea siempre un reflejo de esta virtud, que quienes la han vivido han llegado a ser grandes santos.

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